La Verdad

jueves, 11 de junio de 2009

Arzobispo de Santiago deplora la pobreza y la violencia que afecta al país


SANTIAGO.- El arzobispo de Santiago, monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, en la eucaristía pronunciada hoy con motivo del Día de Corpus Christi deploró el estado de violencia social familiar que afecta al país, particularmente a esta zona y abogó porque se creen los mecanismos para evitar que sigan ocurriendo más derramamientos de sangre.

Igualmente el prelado católico mostró preocupación por los niveles de pobreza que afecta a muchas familias e imploró a Dios por las personas que pasan hambre y sufren por las huellas dejadas por la violencia..

Según el religioso, la mucha sangre derramada en los territorios de esta Arquidiócesis compuesta por las provincias de Santiago y Espaillat y sus municipios, está clamando a Dios desde el suelo que esas muertes no deben ser inútiles, tienen que ser reparadas y sus autores deben pagar con el precio de la Justicia, mientras que las víctimas, según el mandato de Dios deben perdonarlas.

Mural para los caídos
De la Rosa y Carpio, expuso que para que no se olviden las víctimas de la violencia en esta región, particularmente en Santiago y a fin de que sean reparados los daños a su familia y a la comunidad, se levantará un muro memorial junto al Monumento que se está construyendo junto en honor al Padre Emiliano Tardif que contenga los nombres de los que han perdido la vida violentamente y que diga, “muertos a destiempo por la violencia".

Sostuvo que en el Jueves Corpus en que el se recuerda la sangre de Cristo, hay que recordar también la de sus hermanos muertos por la violencia.


"Son muertes a destiempo que están aclamando al cielo y no le podemos echar más tierra, no la podemos olvidar y para que la memoria mantenga siempre prestante delante de nosotros, consulté al síndico de Santiago y le manifesté que debíamos levantar un muro en memoria de esas muertes para que no se olviden y para que se ore por ellas y sus familias que están enfermas interiormente¨, explicó.

Reveló que cada muerte hace daño y recordó que Cristo murió para que nadie sea exterminado por la mano de sus semejantes.

Pidió al padre Emiliano que en la tierra ejerció el ministerio de la sanación que ore por las familias que sufren por la sangre derramada violentamente.


Sin embargo, dijo que hay que tener la esperanza y proclama que esa sangre derramada será reparada y no quedará inútil y será redentora porque se unirá a la de Cristo Jesús.

Indicó que la sangre del inocente clama al cielo y en ese orden estimó que las guerras, la violencia y los asesinatos derraman sangre de hermanos.

A la homilía oficiada en el Estadio Cibao, por monseñor de la Rosa y Carpio con la asistencia de un nutrido grupo de sacerdotes, diáconos, presidentes de asambleas y otros ministros de la Arquidiócesis de Santiago, asistieron miles de feligreses de diferentes comunidades y municipios de esta provincia, Espaillat y otras partes de la Región.

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