La Verdad

miércoles, 17 de junio de 2009

Los puntos de drogas están en todas partes

Un punto de droga puede estar en cualquier parte. En el frente de su casa, por ejemplo. Algunos vendedores de estupefacientes utilizan negocios recreativos para camuflar la distribución; otros cargan la mercancía (cocaína, crack, marihuana, éxtasis, heroínaÖ) entre los bolsillos y deambulan por el vecindario buscando viejos y nuevos consumidores.

De agosto a la fecha, la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) ha decomisado 15,429 puntos de ventas instalados en casas abandonadas, establecimientos comerciales, esquinas de calles y centros docentes.

“Es un lugar conocido. Las personas que van a comprar saben que ahí están vendiendo drogas”, explica la investigadora social Tahira Vargas, al referirse a la publicidad de estos espacios ilegales y a la timidez de la población de denunciarlos por temor a la agresión. Los expertos del Departamento de Operaciones de la DNCD aclaran que los “puntos” de distribución pueden ser ambulantes y fijos, y las características que los identifican varían según el lugar que ocupe su operador en las redes del narcotráfico.

En los barrios populares funcionan puntos dedicados solamente al expendio de crack, marihuana y cocaína cortada (mezclada con azúcar de leche, harina, bicarbonato). Por lo regular, los vendedores de los barrios utilizan niños y mujeres embarazadas como “mulas” para transportar los estupefacientes sin llamar la atención de las autoridades.

Mientras, los grandes vendedores se mueven en los sectores de clase media y alta, y poca veces fijan domicilio por temor a persecuciones oficiales y a “jolopeos” (asaltos de narcotraficantes contrarios, también llamados tumbes).

“Entre ellos mismos se traicionan. Las denuncias más concretas nos llegan de dueños de puntos enemigos”, apunta un oficial de la agencia antinarcótica.

Espacio simbólico
De acuerdo con oficiales dedicados a combatir el narcotráfico desde hace décadas, el punto de distribución de sustancias ilegales es más simbólico que físico. Una vez consigue atraer a un grupo de consumidores, permanece como sitio de expendio, sin importar la cantidad de veces que la DNCD lo clausure. Por ejemplo -detallan los oficiales- si cierran un licor store este mes, dos o tres meses después puede darse el caso de que otro vendedor se instale en el mismo lugar, o al lado, porque la gente sigue viendo el espacio como lo que era. “En muchos de estos casos, los narcotraficantes lo único que cambian es el modo de operación, siguen explicando los oficiales de la DNCD.

La antropóloga Tahira Vargas asegura que, por lo regular, los puntos son manejados por jóvenes de escasos recursos y con baja formación académica. En sus investigaciones Vargas ha notado que los delincuentes juveniles prefieren no llamar la atención y tienen armas de fuego para defender sus espacios de grupos enemigos, de la Policía y de la Dirección de Drogas.

Al principio, los vecinos se atreven a presentar denuncias ante las autoridades, pero la poca eficiencia y las represalias de los delincuentes hacen que la pasividad y el miedo se adueñen de sectores completos. “La gente desconfía de los organismos oficiales, por eso no se atreve a denunciar los casos”, considera la investigadora.

La DNCD mantiene abierto al público el Departamento de Recepción de Denuncias, ubicado en la sede central, en la avenida Máximo Gómez número 70, el cual recibe las denuncias de actividades relacionadas con el comercio y el consumo de drogas.

Las denuncias, según la agencia, se hacen de manera confidencial, personal, por correo, vía telefónica, por fax, correo electrónico o cualquier medio que el ciudadano considere.

Antes de ejecutar alguna acción persecutoria, los agentes de la DNCD realizan una investigación para comprobar la veracidad de la querella y así evitar dañar la reputación de personas íntegras. La protección del denunciante es responsabilidad de la DNCD.

Etiquetas:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio