Cuando medio país está apagado, es porque pronto la otra mitad se apagará"
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Cuando medio país está apagado es que dentro de poco la otra mitad seguirá sin luz, es la percepción de los dominicanos este viernes ante la crisis energética que atraviesa el país.
Apagones de 10, 12 y hasta 20 horas se producen desde que las empresas generadoras decidieron poner en el pecho de las autoridades la espada de la suspensión del servicio y recostarlas contra la pared para que paguen una abultada deuda.
Cálculos de medios enterados cifran en más de 300 millones de dólares los atrasos oficiales con las empresas generadoras y eso, en dinero dominicano, son casi mil millones de pesos, cifra que marea a cualquiera, aunque no esté desempleado.
Resulta significativo que el agravamiento de la situación coincide con el estallido de violentos choques en la ciudad de San Francisco de Macorís (noreste) entre manifestantes y policías.
La protesta fue convocada por el Foro Social Alternativo (FAS), una agrupación sombrilla de entidades comunitarias, sociales y gremiales que ya ha convocado a protestas similares de nivel nacional, tres de ellas el año pasado.
Los choques entre policías y manifestantes dejaron dos adolescentes muertos, dos decenas de heridos y "decenas de detenidos", según reportes del FAS y del Frente Amplio de Lucha Popular.
La crisis parecía en vías de extinción este viernes, cuando una delegación oficial fue enviada a la zona de efervescencia para dialogar con los organizadores del paro, que demanda mejoras sociales y construcción de infraestructuras.
Sea por ósmosis, o por el poder balsámico del pago parcial a los acreedores, la crisis energética, también, se atenuó después del anuncio de que el gobierno dispuso 100 millones de dólares para restarlos de la cuenta.
Un abono de 20 millones de unidades verdes a principios de semana fue el clásico remedio peor que la enfermedad, pues las suspensiones eléctricas aumentaron en amplitud y duración.
Ningún distrito ni zona escapó, ni siquiera la turística calle peatonal de El Conde, donde los anuncios lumínicos parpadeaban por el insuficiente suministro de las plantas individuales, atronadoras y sucias por demás.
La conclusión más obvia es que la rebelión de los fabricantes de luz fue una prueba de fuerza pura y dura de la cual el gobierno dominicano emergió derrotado y con un aviso claro, que debe tenerlo pensando: o me pagas o te apago.
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