La Verdad

jueves, 11 de septiembre de 2008

Caminantes no se dejan acorralar por distancia


SAN FRANCISCO DE MACORIS.- Con 205 kilómetros dejados atrás, teniendo por delante 800 kilómetros de camino, tras haber salido del distrito municipal de Guerra, el día tres de este mes, Leidy Jiménez, de 23 años de edad, sonríe a la vida como si no existiera el cansancio.

Ella quiere ser un ejemplo de su generación y al mismo tiempo ofrecer un mensaje solidario a la juventud, a los niños y a las generaciones que vienen.

Las ampollas, que hacen su trabajo en los pies, el sol de verano, la intermitencia de las tormentas no desvían a Leidy de sus propósitos de caminar por la paz y el medio ambiente.

Quiere ella que se proteja a los jóvenes, que tengan la oportunidad de ser mejores, inspirada en Juan Pablo Duarte, que se entregó muy joven a la empresa patriótica que dio surgimiento a la República Dominicana.

Se siente apenada del sufrimiento que ha visto en el camino durante la Jornada de Paz Dominicana que encabeza Rafael Guillén por todo el territorio nacional, haya o no ciclones de por medio.

El grupo salió temprano en la mañana del día 3 de septiembre, en medio de una tormenta, cuando se cumplía un aniversario del ciclón de San Zenón en 1930.

Partió desde el altar de la Patria y ha recorrido las poblaciones de Guerra, Bayaguana, Monte Plata, Cotui, La Vega, y ayer se encontraba en San Francisco de Macorís.

En cada caso han sido recibidos por las autoridades, incluidas las de la Secretaría de la Juventud, que respalda esta caminata.

Son mil kilómetros que causan asombro, distracción, la furia de los perros, el aplauso de la gente, el grito de otra gente que trata de locos a los caminantes y la alegría de los niños que aplauden y se llenan de emoción.

La percepción de los perros es de antología: saben que algo extraño pasa por su pueblo y o se esconden o deciden echar la pelea a fuerza de ladridos inútiles.

Leidy, con las insignias de Paz Dominicana, un sombrero de cana, un paso que en ocasiones se acelera, una sonrisa casi permanente y una alegría que da ánimos al grupo para avanzar, no siente al hablar el peso de lo recorrido ni el dolor de lo que falta.

Si se encuentra con una buena guayaba se la come y sigue.

Si hay que hablar habla casi siempre con un estallido de carcajadas por alguna ocurrencia con la que hay que sazonar el a veces duro trabajo de seguir.

Es organizada, correcta, de buen carácter.

Estudia trabajo social en la universidad del Estado, pero este semestre no irá.

Entiende que hay suficientes problemas en el país como para preocupar a los jóvenes.

Hay violencia, criminalidad creciente, antivalores que deben ser combatidos aún sea con gestos como éste.

La preocupan por los problemas ambientales, que también se expresan con una violencia peligrosa para los recursos naturales del país.

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