La crisis comienza a truncar el sueño americano de muchos dominicanos, que ya perdieron su trabajo y casa
Pamela Castillo/Clave Digital
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Tras 20 años de ser la propietaria de un salón de belleza en Nueva York, Ladys Ureña nunca pensó que los vaivenes de Wall Street la llevarían a cerrar su negocio y a pensar en la posibilidad de volver a su natal República Dominicana. Al igual que Ureña, otros dominicanos han visto cómo la crisis truncó de golpe su sueño americano.
“Nosotros lo tenemos todo aquí. Tenemos más de 20 años, no podemos irnos sin nada, con una mano adelante y otra detrás”, manifestaba Ureña desolada.
La familia de Fanny Batista disfruta de la piscina de la casa que perdieron debido al incremento de las tasas de interés hipotecario.
Ureña tenía un salón de belleza en Manhattan. Pese a ser una de las peluqueras con más clientelas de la zona, se convirtió en una más del montón de personas que tuvieron que cerrar sus negocios, debido al fuerte impacto de la crisis.
En la actualidad, no cuenta con los recursos necesarios para levantar un negocio, que requiera menos inversión, mucho menos para regresar a su país.
La historia de Fanny Batista no se aleja de la realidad de Ureña. Batista, quien reside en Hialeah, Florida, era también peluquera. Era, porque decidió dejar este negocio debido a que de los dos mil 500 dólares mensuales que le dejaba arreglarle el cabello a unos 100 clientes, pasó a recibir sólo 500 dólares por mes.
Por esta pérdida de clientela, no pudo saldar el préstamo a 30 años de su casa y prefirió hacer una venta corta de la vivienda, buscando que el banco no se la quitara. Después se mudó a un apartamento de bajo ingreso, subsidiado por el Gobierno, cuyo alquiler le cuesta 850 cada mes.
El sueño casi cumplido
Cuando adquirió su “antigua” vivienda, hace 11 años, pagaba 750 dólares mensuales de hipoteca, con un 0.2% de interés bancario, pero con el aumento de las tasas, terminó abonando cada mes un poco más de 1,500 dólares
“Yo vivo aquí desde 1986 y tú sabes lo que es venir de un campito de San Juan de la Maguana siendo pobre, para ahora, 24 años después, estar como si nunca hice nada”, expresó a Clave Digital Batista, de 45 años.
Burbuja hipotecaria
La dominicana Gilda Durán, vendedora de bienes raíces, narra una historia un tanto diferente. Sin embargo, no quiere decir que no corrió con la misma “desdicha” de perder todo por lo que trabajó.
Durán se dedicaba a obtener créditos bancarios a un año y con tasa cero, con la finalidad de comprar viviendas, que luego serían vendidas a un precio mucho mayor. De esa forma saldaba la hipoteca y quedaba con unos 80 mil dólares de ganancia. Adquiría cada residencia con un pago inicial de no más 40 mil dólares.
La agente inmobiliaria dominicana tiene en estos momentos un proceso legal con uno de los bancos con los que mantiene un préstamo para financiar las casas, debido a que este tipo de instituciones no le reciben de vuelta la vivienda que adquirieron.
El problema principal de Durán es que, a parte de que tiene que pagar altas cuotas por las hipotecas de las más de diez casas que posee, el valor de cada residencia se devaluó en más de 50 por ciento.
Narra que una casa que compró a un precio de 300 mil dólares, ahora cuesta 100 mil dólares. Las características principales de este tipo de inmueble son tres habitaciones, dos baños, dos salas, una cocina y un patio con piscina.
“Yo preferí rentar la mayoría de estas casas para ver si gano algo, todas, pero todas, valen menos de 100 mil dólares y te estoy hablando de viviendas que en un momento costaron 200 mil y 300 mil dólares”, manifestó.
Un caso que cuenta Durán que le impresionó mucho es que algunas personas han abandonado sus casas de manera repentina, dejando la llave en el buzón. Dijo además, a manera de ejemplo, que de cada 20 viviendas sólo dos están habitadas.
Según datos obtenidos a través del censo de los Estados Unidos del año 2000, el 65.9 por ciento de los residentes de origen dominicano llegaron a este país antes de 1989 y el 37.5 por ciento entre el período de 1990 y el 2000. Según esos datos, 799 mil 768 dominicanos vivían en Estados Unidos, sin tomar en cuenta a los estadounidenses de origen dominicano, ya sea porque nacieron en ese país o porque se naturalizaron.
Este estudio revela el ingreso promedio anual de una mujer dominicana en el área de la ciudad de Nueva York era de US $11,371 anuales, comparado con 15,139 mil para los hombres dominicanos.
Para el año 2000, el 33.2 por ciento de la población dominicana trabajaba en ocupaciones de servicios, el 30.4% como operadores y fabricantes, el 25.4% como técnicos, vendedores y soportes administrativos y el 10.9% gerentes y profesionales.
Etiquetas: Especial Clave Digital
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