La Verdad

miércoles, 18 de febrero de 2009

Supuesto brujo escandaliza Esperanza con sacrificio de un toro

ESPERANZA, Mao, República Dominicana.- Durante más de una semana un toro fue el centro de atención de los vecinos del Barrio Norte en el liniero municipio de Esperanza.

Tras adquirirlo por un precio de nueve mil pesos en una de las tantas fincas de la comarca, el haitiano Emilio Pascual, conocido en la provincia Valverde como El Brujo Emilio, convirtió este toro en objeto de culto para sus creencias religiosas traídas del país vecino.

Ataviado con su manto rojo típico en las ceremonias del vudú, y danzando al ritmo de cantos y atavales, el haitiano Pascual decidió echar de lado su trabajo de vendedor ambulante para dedicarse al ritual voduíista del sacrificio de animales, esta vez con un toro, que según dijo a El Informe, se trata de una vieja promesa hecha por su finada madre.

“Yo hice la promesa, después que yo estaba chiquito, la mamá mía me hizo la promesa porque el muchacho se iba a morir, y si parirle uno le iba a hacer la promesa”, dijo Emilio.

Pero lo que ha provocado la visible indignación de residentes en el Barrio Norte de Esperanza no es la religiosidad del haitiano Pascual, sino lo que definen como torturas y otras crueldades infringidas contra el animal e durante la semana que duró la ceremonia. La obscenidad con que se practica el martirio podría compararse con escenas de sadismo en el más alto grado.

“Nosotros allá siempre así es que hacemos”. Allá, en el lenguaje del haitiano Emilio Pascual, es la nación haitiana, del otro lado de la frontera. “Por qué hacer eso, la persona ve eso y yo compré esa becerra y matarlo siempre, cuando yo hace eso a las tres de la mañana y a las cuatro de la madrugada, y el día que paso, porque tú sabes, los haitianos son una vaina, que no comprende esto y llama a la Policía y la Policía venir y agarrar el becerro, la misma noche que iba a matarlo lo lleva la becerra”.

Pascual refiere la queja llevada por vecinos del barrio Norte a la Policía de Esperanza después de varios días de expectación ante los martirios del toro. La preocupación de muchos esperanceños se explicaba también por los ruidos de los bailes que Pascual y sus correligionarios practicaban en torno al animal. La intervención de la policía modificó en parte los planes del supuesto confeso hechicero.

“A la persona que yo lo compré me dijo, bueno, la becerra búscame los papeles y día por día, ya se corrían los días”.

La detención del toro por la Policía y su devolución al ganadero que se lo había vendido al haitiano Pascual, limitó el plazo establecido para la ceremonia conforme a las creencias vuduistas. Debió esperar que el finquero le retornara la presa por la que pagó nueve mil pesos. El supuesto brujo dice que por estas razones el sacrificio se realizó a la luz del día y no con las sombras de la madrugada como dice es la costumbre.

Además de las heridas que al cuenta gota eran propinadas al toro en su expiación, el animal habría sido obligado a ingerir un galón de la bebida alcohólica haitiana conocida como Clerén junto a varias botellas de miel de abejas. Fiel a las creencias de sus ancestros, Pascual dice que tomará previsiones en el futuro para que sus sacrificios no provoquen escándalos.

“La única cosa es que es muy difícil es que nunca yo lo mate de día, porque eso es a la tres de la madrugada, y tuve que matarlo de día para terminar con eso”.

Asombrados

La señora Francisca Amancia Núñez es una vecina del Barrio Norte de Esperanza que muestra su indignación por la ceremonia encabezada por El Brujo Emilio. Teme que las cruentas escenas del sacrificio tengan efectos dañinos en la mente de quienes las presenciaron.

“(Bueno) hay que hacer una intervención, que no se vuelva a hacer, porque son cosas que ellos la encuentran bien en su país, pero nosotros no estamos adecuados a eso”, dijo Amancia.

El estudiante César Martínez se muestra preocupado por lo que entiende la indiferencia de las autoridades frente a prácticas como la celebrada en Barrio Norte de Esperanza que, aunque calificadas de religiosas, pueden en su opinión dañar la salud mental de los ciudadanos. “Fue algo aterrorizador donde todas las personas jóvenes, las niñas incluso de cuatro o cinco años que vieron ese acto, fue algo violento”.

El comerciante Ramón Marino Corcino, conocido también como El Rubio, dice que en los 52 años que lleva como residente de Esperanza siempre vio a los haitianos trabajar en la zona, pero sin celebrar la ceremonia como la del sacrificio del toro. El comerciante dijo incluso admirar algunos rasgos culturales del país vecino como es su música, pero rechaza todo lo que implique hechicería.

Pero es evidente que el haitiano Emilio Pascual, o el Brujo Emilio como le llaman en la provincia Valverde, encuentran entre sus vecinos del Barrio Norte de Esperanza compañeros entusiastas. Por lo menos es lo que se observa en el mismo escenario donde se produjo el sacrificio, ubicado en la calle Duarte de la barriada.

“Nosotros comimos del toro quisiéramos que sea semanal esa cosa que hace el moreno aquí de la cosa del toro, de sacrificar toro, si fuera semanal fuera mejor todavía, guisao guisao, si no estaba bueno, espectacular estaba, con moro de habichuela negra ojalá quepa esto, no mensual sino semanal, como sifuera una vela cada nueve días, y yo me comí el mío con casabe, sabroso, sabrososo, pa que sepa”.

Hechicería
Edward Muñoz es un periodista local que profesa la doctrina evangélica. Dice que en sus medios ha denunciado el crecimiento de la hechicería en Esperanza, fenómeno que vincula al auge que observa en el tráfico y consumo de drogas.

“Este tipo de prácticas es común en este pueblo aquí nacionales haitianos específicamente se han dado a la tarea y domínico haitianos también se han dado a esta tarea criminal, donde se involucran también acciones delincuenciales como el narcotráfico como que protege a estas acciones”.

El comunicador religioso cree que el pueblo de Esperanza debe estar alerta frente al surgimiento de prácticas y hábitos nocivos que hasta hace pocos años, según apunta, eran desconocidos en la población.

“Son manifestaciones para llamar demonios, y entonces, cuando esas manifestaciones se dan, el tipo que puede estar involucrado en las drogas invoca seres y ahí se produce, puede haber sacrificios no de animales, como beberse la sangre del animal, también sacrificios de gente, violaciones a madres de familias, violación a niños menores de edad, son cosas diabólicas, son cosas que repudiamos enérgicamente”.

Monseñor Sinencio Peralta, vicario de la Diócesis Mao Monte Cristi, relaciona el sacrificio del toro en Esperanza como parte de una ceremonia voduista con lo que entiende como la pérdida de valores que aqueja a la región.

Monseñor Peralta parece interesado en buscar alguna explicación humanitaria a las expresiones de habitantes del barrio Norte de Esperanza que referían con desenfado el haber comido del toro sacrificado en el ritual voduista.

“Ese tipo de personas que viven en los respectivos barrios, sepan que fustigamos no porque no se pueda compartir con la gente y matarse un becerro, pero en torno a algo más positivo y con una actitud y una forma de sacrificar el animal que no deje tela de conductas y de acciones malsanas.

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