Expertos consideran es arriesgado asegurar que la economía dominicana está fuera de peligro
Víctor Bautista/Clave Digital
SANTO DOMINGO/República Dominicana.-. Afirmar que lo peor de la crisis financiera mundial ya pasó –y que la economía dominicana está fuera de peligro- es un presupuesto arriesgado, pues todo parece indicar que es justo ahora cuando se inicia un proceso de recesión, especialmente en la economía norteamericana, que indefectiblemente habrá de tocar al país.
Los economistas Isidoro Santana, consultor privado de Ecocaribe; Carlos Despradel, ex gobernador del Banco Central y consultor de Dasa; José Luis de Ramón, socio de la firma consultora Grant Thornton y Fernando Álvarez Bogaert, ex secretario de Finanzas, analizaron el problema para CLAVE.
Santana considera que es igualmente arriesgado creer que la crisis que se verifica en las economías desarrolladas, como secuela de la cadena de quiebras bancarias y del hundimiento de las bolsas de valores, ha llegado a su fin.
En ese contexto, observa que las serias contracciones en el consumo y en el movimiento comercial de Estados Unidos, necesariamente impactarán en las exportaciones, en las remesas y en el turismo de República Dominicana. “Parece –y en eso todo el mundo coincide- que es ahora cuando se inicia un proceso de recesión que podría llegar a ser mucho más que recesión en las economías desarrolladas.”
El panorama da pie al consultor de Ecocaribe para exponer que si eso es así, lo más probable es que a partir de ahora se empiece a ver constreñimiento no sólo en el consumo, sino en la inversión y en las importaciones de las economías de Estados Unidos y de Europa.
“Y si es así, esto nos va a afectar por la vía de las transacciones reales, es decir por el lado del turismo, las zonas francas, las exportaciones y las remesas”, apuntó el experto.
Despradel tiene la visión de que si Estados Unidos es la locomotora que mueve la economía mundial, no hay manera de que el país deje de sentir los efectos de su crisis.
“República Dominicana está entre los cinco países más dependientes de EE.UU en el mundo”, acota. La economía norteamericana -argumenta- ya evolucionó a una crisis real, después de haber estado definida sólo por, en primera instancia, la corrida sub-prime y, en segundo lugar, por las quiebras bancarias.
“El desempleo ya llegó a 6.1%, cuando el año pasado estaba en 4.5%. Desde que comenzó la crisis se ha perdido un millón de empleos y 175 mil sólo en el mes e septiembre”, sostiene.
Esto quiere decir -interpreta- que la crisis del crédito y del consumo afectará a los países que, como RD, exportan bienes a Estados Unidos.
“Si más del 60% de nuestras exportaciones va a Estados Unidos, si de allá nos llega el 50% de los turistas y enviamos el 100% de los bienes de zonas francas, es obvio que RD tiene que ser afectada”, piensa Despradel, que también espera efectos negativos en las remesas.
Todo lo anterior indica que las fuentes dinámicas de divisas que mueven la economía dominicana serán impactadas, aunque se reducen los precios del petróleo y de algunas materias primas.
La interrogante mayor -a juicio de Despradel- es qué pasará con la entrada de capitales, si se tiene en cuenta que la economía local registrará un déficit corriente de US$5,000 millones que se compensa con la entrada de capitales por el mismo monto.
De Ramón plantea que la economía norteamericana “ha caído en una recesión con visos de ser prolongada.”
Cree, sin embargo, que los impactos, positivos o negativos, para República Dominicana, son difíciles de determinar.
“En mis análisis, la frontera de la economía dominicana empieza con que se mantengan razonablemente y sin sobresaltos el stock de los certificados del Banco Central, que hoy ascienden a RD$187,000 millones”, sentencia De Ramón.
El economista deplora que el Banco Central juegue con la colocación de instrumentos a largo plazo, al contrario de la cultura de los tesoreros de los bancos locales. Avizora que la falta de crédito internacional no afectará a los sectores productivos y de servicios del país, porque los préstamos que utilizan son de la banca local.
Reconoce que existe una vocación por mantener altas las tasas de interés locales, lo que afectará el consumo de bienes en general.
Sostiene, no obstante, que a diferencia de Estados Unidos, “no se prevé que demasiados dominicanos pierdan su casa”. De Ramón, que tampoco espera un gran impacto negativo en las remesas, entiende que la inflación será más fácilmente combatida con menores precios del petróleo y de los alimentos.
A su juicio, la inversión inmobiliaria de costo moderado podría dinamizarse, como resultado del interés de la gente en asegurar su dinero.
Álvarez Bogaert no tiene una postura tan optimista y advierte que en el país se aplica -en medio de la crisis mundial- una política monetaria que ahoga la economía real, mientras la política fiscal no hace aportes positivos.
“El estado de inercia e inmovilismo de parte del Gobierno es lo más grave en esta coyuntura”, afirmó el ex secretario de Finanzas, tras llegar a la conclusión de que el principal socio comercial de la República Dominicana tiene una crisis sin precedentes en los últimos 50 años.
“Estoy convencido de que estamos ante una recesión apreciable en EE.UU y eso nos afectará”, manifestó. Aportó el dato de que en ese país ha caído en 50% el consumo minorista, 12% la construcción de casas, mientras que 1.8 millones de unidades habitacionales han sido devueltas.
El reto de eliminar el déficit
José Luis De Ramón propone que el gasto público tenga un comportamiento más sobrio. El Gobierno debe mejorar el perfil de riesgo-país, colocado en perspectiva negativa por Standard & Poor’s, lo que concuerda con el hecho de que el rendimiento de los bonos ha aumentado después que se hizo público el déficit fiscal del país. RD tiene que ser frugal en el manejo de la demanda agregada y eliminar el déficit primario a cualquier costo.
Cuidar reservas internacionales
El socio de Grant Thornton propone, además, mantener cierta estabilidad o hacer crecer las reservas internacionales no sin antes lograr un resultado positivo en la balanza de pagos o, en el peor de los casos, ligeramente negativo. Es imperativo atraer capitales para conjurar el déficit de la cuenta corriente (que contiene turismo, exportaciones, importaciones y remesas). “Esta idea debe primar en cualquier diseño de política”, sustenta.
Frugalidad en el gasto y la inversión
Carlos Despradel advierte que si el Gobierno insiste en mantener el mismo ritmo de crecimiento de la actividad económica de los últimos años, mandará una señal negativa a los mercados internacionales, porque se incrementará el déficit en cuenta corriente, lo que será el detonante de la disminución de los ingresos de capitales. Sugiere que el sector privado sea moderado en sus inversiones y en sus inventarios. Coincide con De Ramón en la idea de que “hay que gastar menos y gastar mejor”. Cree adecuado ir al FMI a buscar dinero fresco.
No más reforma tributaria
Isidoro Santana es también partidario de desacelerar el gasto público. Cree que debe revertirse la política de apreciación del peso, que sólo apunta a subsidiar las importaciones y a quitarle atractivo a la producción. El consultor sugiere al sector privado no endeudarse en dólares, aunque el Banco Central así lo apetezca sólo para asegurar los flujos de capitales. Considera que el Gobierno no tiene moral para aplicar otra reforma tributaria, pues ya hizo tres y malgastó el dinero captado.
Etiquetas: Economía
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